Cerré mis ojos, notando como las sensaciones me inundaban, miles de imagenes aparecían en mi mente, inflamando mis sentidos, cuando escuche un ronco gruñido que me hizo salir de mi estupor.
Sus pupilas de un verde que me ipnotizaban, se habían vuelto de un tono rojizo, y la presión de sus brazos se intensificó, empezándome hacer daño.
Empecé austarme, pero no perdí el control.
-¿Nergal?
No me respondió, su vista estaba clavada en mí, pero yo le notaba ausente.
-Nergal- le susurre, acariciándole su rostro, transmitiéndole calma.
Su fuerza aumentaba, y su abrazo empezaba a combertirse en una prisión.
No me respondía, pero según los documentales a las fieras se las amansaba con calma, aunque no sabia si catalogar a Nergal como tal.
Sin pensar si esto me serviría o en las consecuencias, me pegue mas a él, y con mi mano, le guié a mi interior, con miedo y con ardor, comencé a sentirle, cada vez mas dentro, mas caliente, mas hondo, hasta topar con la barrera de inocencia, y armándome de fuerza, escuchando su respiración cada vez mas agitada, me deje caer hasta sentirle totalmente, plenamente.
Su cuerpo empezó a resplandecer, una luz cegadora, estalló ante mis ojos dejandome aturdida, perdida.
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