martes, 18 de octubre de 2011

Parte 16

Sola en la oscuridad de la calle, a altas horas de la noche, solo escuchaba mis pasos.
Le estaba buscando, quería saber de él, encontrarle.
Tenia un plan, y necesitaba que funcionase.
No sabia que fuerza estraña, me empujaba hacerlo.
Pero sabia que él me necesitaba, y este era por fin mi destino.
Nunca había encontrado algo que me llenase, trabajaba, tenia una vida normal, pero totalmente vacía.
Hasta que nos encontramos, bueno, él me encontró a mí.
Llevaba días buscándolo, haciendo cosas imprudentes. El había aparecido en otras ocasiones, pero ya estaba perdiendo la esperanza.
Pero esta noche, era la definitiva.
Podía sentirlo, estaba cerca, me observaba.
Mis pisadas sonaban fuertes en el metal, cada paso estaba mas cerca de encontrarlo, o desaparecer.
En lo alto, pude ver el vacío, las aguas negras, oscuras.
Estaba aterrada, pero una fuerza interior me empujaba.
Me subí a la barandilla, despacio, intentando mantener el equilibrio.
El viento, era fuerte, mis cabellos tapaban mi rostro.
Una suplica interior, retumbaba en mi mente.
¡No me dejes caer!
Un paso mas, y todo acabaria.
Mi pie ya en el vacío, y nada.
No pasaba nada.
Estaba loca, que estaba haciendo. Ya veía los titulares en el periódico.
"Joven de 22 años, se ha suicidado desde un puente, aparentemente era una chica normal....."
Esto era una tontería, me disponía a bajar cuando una ráfaga fuerte de viento, me hizo perder el equilibrio y con un grito me precipite al vacío.
Desde lo sucedido en la habitación, habían pasado días.
Estaba furioso, pero no con ella, si no, con migo mismo.
Todo lo que me rodeaba era muerte, destrucción.
Todo lo que tocaba desaparecía, lo puro lo volvía impuro.
Rasgaba las vidas, sin el menor asomo de culpa.
Y ahora la había encontrado a ella.
Dispuesto a corromperla.
Destruir su alma, y hacerla caer al infierno.
A mí mundo, recaudar otra alma.
Era mi trabajo, la razón de mi mísera existencia.
Pero no podía.
Esta pequeña humana había desbaratado todas mis barreras.
Después de tantos siglos, no sabia hacer otra cosa.
Yo era el mal.
Desplegué mis alas, y surque el cielo, en su busca. Llevaba muchas noches, observandola, sin que notase mi presencia, y la había visto hacer cosas insensatas, pero nunca estuvo en peligro.
Estaba cerca, la sentía.
No podía permitir, que la ocurriera algo.
Esa fuerza desconocida, me hacia proteger su alma.
Tal vez esta era mi redención, para volver.
A lo lejos, la divise.
Estaba subida peligrosamente en la barandilla de un puente.
¡Maldita idiota, iba a caer!
Estaba a poca distancia, cuando la vi intentar bajarse.
Sonreí interiormente.
Después de todo, apreciaba en algo su vida.
Pero apareció un viento, que el ya conocía.
Estaba empujado por el mal.
Ereshkingal, maldita zorra.
Su risa siniestra sonó en mi mente, y vi como era empujada al vacío.
-¡Noooooo!



lunes, 17 de octubre de 2011

Parte 15

Mil sentimientos me inundaban, y la única ocurrencia que salió por mi boca fue algo idiota.
-¿Tienes un horario o algo así?- el me miró como si estuviera loca - ¡no me mires así!, lo digo, por si tienes que irte ya.- cada vez estaba mas nerviosa- quedate un rato con migo.
El silencio se hizo un poco incomodo, me empezaban a sudar las manos, y eso rara vez me ocurría.
Por la ventana, solo se escuchaba el ruido del trafico y algún que otro viandante.
Por fin, el dio señales de vida, y soltándose de mi agarre, con paso pausado pero fuerte, se sentó al borde de mí cama.
No es que fuera el lugar mas adecuado, pero a estas alturas, ya daba igual.
-Ya sabes que soy y de donde vengo - su voz tan masculina era pausada, pero no me miraba directamente- ¿ por que haces esto?.
-¿Por que hago que?- Mas o menos sabia por donde iba, pero quería que se explicara mejor y así no meter la pata, como tantas veces me pasaba.
Me miro directamente, con esa mirada que me calentaba y a la vez me hacia temblar de miedo.
-No me tienes miedo, eso me dice que eres muy imprudente. Caminas a desoras por las calles, invitas a desconocidos a tu habitación, y por si eso fuera poco, a un ser como yo. No aprecias mucho tu vida.
-Sí te conozco......bueno, solo un poco. Soy una persona muy intuitiva y se que necesitas mi ayuda, y si hubieras querido hacerme daño, ya lo habrías hecho.
Sus labios mostraron una sonrisa socarrona, se puso en pie y caminó hacia mí. Como el depredador que era, me acorralo contra la ventana abierta, si quisiera podría empujarme y caer al vació. Pero solo me aprisionaba con su cuerpo.
 Mi rostro quedaba a la altura de su pecho, forzándome a ponerme de puntillas, para quedar un poco mas a su altura.
-Nunca estés tan segura- me dijo roncamente.
Por unos instantes creí que me besaría, pero me aparto bruscamente a un lado y desapareció como siempre hacia.
Me quede observando el cielo, intentando buscarlo en la negrura de la noche.
La próxima vez, no escaparía tan facilmente.
El me necesitaba, no me preguntes por que, pero yo lo sabia.

domingo, 16 de octubre de 2011

Parte 14

Cuando mi mano tomó contacto con su piel, sentí como me veía arrastrada hacia un mundo que desconocía, miles de imagenes y secuencias inundaron mi mente, haciendome estremecer.
Vi a un Nergal igual de hermoso pero que irradiaba luz y esplendor.
En una gran sala, reunido con mas seres opnipotentes, y en el centro un ser oscuro que me causaba miedo y temblor.  Le acusaba con la mano, de no arrodillarse ante él.
Todo sucedía ante mí como una película.
Como castigo, por la ofensa, le mandaron al inframundo a pedir perdón a Ereshkingal, la Diosa del inframundo.
Después de pasar las siete puertas, con sus pruebas, se encontró a la Diosa en su trono, con su hermosura endiablada, se encaprichó de él nada mas verlo.
Nergal cayó en sus redes y pasó siete días con sus siete noches, abandonandola después.
Ereshkingal, cuando se dio cuenta de su engaño,  mando buscarlo al cielo, sin obtener resultado. Ella amenazó con enviar a la tierra a los muertos y que estos superaran a los vivos.
Nergal enfurecido por su crueldad, volvió al inframundo, rompiendo las siete puertas, y cuando llego a su trono la alzó con furia de los cabellos.
Ella maestra en el engaño, consiguió que se quedara junto a ella para gobernar juntos el reino de los muertos.

Sentí como el frió y la furia me consumía, hacia esa horrible "mujer".
Todo se volvió oscuro, y me encontré de nuevo con esos ojos verdes observandome. Mi mano seguía agarrada con fuerza a su brazo.
Y ahora tenia razón mas que suficiente, para no soltarlo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Parte 13

Me quedé petrificada, helada.
¡Un Dios del inframundo!
Si es que todo me tenia que pasar a mí. Bueno, realmente no se que haría otra gente en mí situación, pero yo la iba a sacar probecho.
No todos los días se conocía a un ser así,  uno de mis defectos, era ser muy curiosa.
El  estaba esperando algún tipo de reacción, pues su mirada me estudiaba fijamente.
Y yo, teniendo una conbersación con migo misma.
Sonreí sin querer.
Su reacción me pareció desproporcionada.
Pues en un pis pas, apareció pegado a la pared que tenia a su espalda, tumbándome el televisor, y los pocos adornos que estaban encima del aparador.
-¿Quien eres?- Su voz gutural lleno toda la habitación, y me hizo temblar, pero no perdí la reacción de contestarle.
-¿Como que quien soy?, aquí el único bicho raro eres tú.- le dije incorporándome, sintiéndome enfurecer poco a poco- yo no voy colándome en las habitaciones de la gente, acosándolas, y metiéndoles miedo.- termine de decirle,  tirándole la almohada de la cama, necesitaba alibiar un poco la tensión acumulada, y arrojar cosas, me hacia sentir bien.
Para mí asombro, el se fue deslizando sobre la pared, hasta quedar sentado en el suelo. Se llevo las manos a la cabeza como si sintiera dolor.
Yo no sabia que hacer, tampoco le había dicho algo muy feo.
Estaba tentada entre acercarme y abrazarle o voverle a tirar la almohada que quedaba.
Pero no hice ninguna de las dos cosas, pues el se incorporo, y con los brazos caídos a los lados de su imponente cuerpo, y  las palmas vueltas hacia mí, me dijo.
-No volveré a molestarte. Olvida todo.
Y cuando ya se acercaba a la ventana, corrí, pues sabia que desaparecería y no podría detenerle.
-¡Espera!, no te vallas.- le dije medio suplicante, agarrando su brazo.