jueves, 1 de diciembre de 2011

Parte 19

Totalmente desnuda, sumergida en el agua, flotaba relajadamente, quitandome el frió de las ropas mojadas.
La temperatura y el vapor, me mecían hasta casi adormecerme.
En la caverna entraba algo de luz por una grieta en el techo, haciendo que la gruta tuviera un halo mágico.
No quería alejarme mucho de la orilla, pero no pude frenar el deseo de nadar por esas aguas tibias.
Sonriendo, recordé a Nergal y su advertencia de no alejarme de la orilla.
Después de todo, por mucho Dios del inframundo que fuera, había venido a por mí, me había salvado, no había dejado que me pasara nada.
Me zambullí para bucear, y cuando salí del agua, al abrir los ojos, me encontré con su verde mirada.
En la orilla, con un dedo en el agua haciendo ondas, me observaba.
 No sabia si el vapor del agua cubría mi desnudez, me abrace con mis brazos aunque sabia que no serviría de mucho.
Y de manera inesperada, el se puso en pie, y con extrema pausa, empezó a desabrocharse la camisa oscura.
Yo me debatía entre salir corriendo o esperar pacientemente a ver que podía suceder.
Su camisa ya en el suelo, su cuerpo entre sombras, poda ver su moreno pecho musculado, perlado por las gotitas de vapor que recorrían su torso hasta perderse en la fina linea de vello que se escondía tras su pantalón.
Por momentos parecía que la temperatura del agua se había elevado, y me sentía sofocada.
Desde que le había conocido un instinto sexual para mi desconocido había despertado, me había fijado en otros hombres, pero solo por curiosidad, nunca sintiendo la atracción que ahora me inundaba.
Sin ninguna relación en mi vida, debería estar asustada, no deseosa.
Pero no podía apartar la mirada de su cuerpo.
Con pausa, el empezó a desabrochar su pantalón.
Levanto su vista, clavando su mirada en mi rostro.
Seguro que estaba ruborizada, pero el lo confundiría con el calor que hacia en la caberna.
Sin poder soportarlo mas, el nerviosismo, me hizo desviar mi mirada hacia otro lado.
Y el sonido del chapoteo en el agua, me sobresaltó.
Me sentía asediada, como la presa que busca un tiburón.
Y pegandome un susto me muerte, salió del agua a escasos centímetros de mí, sonriendo abiertamente como nunca le había visto.
-¿Te he asutado?- me dijo alegremente.
Desconcertada y enfada, le salpique con la mano.
-¿Tú que crees?
-Que te mereces un castigo, por ser tan irresponsable.
Ahora si estaba confundida.
-No se por qué.
Acercándose despacio, consumiendo el poco espacio que quedaba entre nosostros, su brazo paso por mi cintura atrayéndome hacia él.
-¿Quieres que empiece a enumerar, todas las cosas que has hecho a lo largo de la semana?
Levantó una ceja, haciendo que su pregunta en lugar de dar miedo, resultara tentadora.
Perdiendo mi concentración, y centrándome en una gotita que recorría su rostro,  acabando en su masculina mandíbula, y centrando mi vista en sus labios, que me resultaron la mar de tentadores.
Mi lengua, lamió mi labio por puro instinto, y el se dio cuenta de mi acto.
-Quería verte.
Le espeté sin pesar.
El tardo unos segundos en reaccionar, crespando mis nervios.
Mis brazos estaban pegados a su pecho, mi cara quedaba a la altura de su pecho, y una de sus piernas rozaba la mía.
Sin darme tiempo a reaccionar, con su mano libre, me agarro por la nuca, atrayéndome a su boca posesibamente, gruñendo como un animal salvaje.
Su lengua, se abrió paso hasta encontrase con la mía, en una lucha posesiva.
Me alzó sin esfuerzo, para profundizar mas en el beso, y mi cuerpo cobro vida propia.
Mis piernas, rodearon su cintura, haciendo el contacto mas intimo.
Mis brazos ascendieron abrazándolo, tocando su cuello, su cabello.
Sintiendo mis pechos hipersensibles en su piel.
Tomando mas partido en el beso.
Queriendo mas de él.
Frotándome, y el atrayéndome mas fuerte.
Sintiendo como un rayo de calor ascendía desde lo mas intimo, hacia arriba.
Haciendome querer mas.











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